Una hermosa pitbull llamada Kiara era la perrita más consentida desde que llegó al hogar de sus dueños: Graciela Hernández y José García, de Guadalajara, México.

No imaginó que su puesto de ser la princesa de la casa algún día se vería afectado cuando la pareja decidió darle la oportunidad de convertirse en la hermana de un perrito chihuahua, al que llamaron Aurelio.

Pensaron que se pondría celosa y temieron por su reacción. Pero, lo que sucedió después, los dejó conmovidos y entre lágrimas.

La pitbull siempre fue la perrita más mimada y la reina de su hogar

pitbull

La pitbull fue un regalo del hermano de José, que vive en Ciudad de México. Así que fueron a recogerla hasta allá y apenas la vieron, fue amor a primera vista. Kiara era la más dulce del mundo, dócil, obediente y muy amable con todas las personas que conocía.

Durante 1 año, Kiara fue la única mascota de la familia, regalándoles hermosos momentos de amor y fidelidad. De cariño, la llaman «Nena», y ella es consciente de lo amada que es, al punto que se derrite con apenas escuchar su cariñoso apodo.

Al ver que su corazón gigante estaba hecho para mucho más, cuando se enteraron de que un pobre perrito mestizo chihuahua buscaba urgentemente un hogar, no dudaron en abrirle las puertas de su casa al pequeñín.

Ciertamente, aunque sabían que era una gran responsabilidad criar a 2 perros, lo único que les frenaba eran los posibles celos de Kiara. Dado su gigantesco tamaño, estaban muy temerosos de que Nena terminara atacando a Aurelio.

El chihuahua tenía apenas un mes y medio de nacido y era verdaderamente diminuto. Aun así, Graciela y José sabían que debían asumir el riesgo y presentárselo a Kiara.

Así que cuando, esperaban al menos un ladrido fuerte o un gruñido de su parte, de pronto tuvo una reacción por demás, desconcertante y conmovedora.

La amorosa perrita se acercó muy suavemente, como si cuidara con extrema delicadeza no hacerle daño. Y, no contenta con eso, decidió desde ese momento que sería su madre, e intentó amamantarlo.

Al respecto, recordó José:

«Cuando llegó Aurelio se lo acercamos a Kiara con precaución, pero con mucho miedo, porque literal el chihuahua era una cosita pequeñita. Y Kiara siempre ha sido algo brusca. Temíamos que se pusiera celosa porque estaba acostumbrada a ser el centro y ser ella sola. Pero, al contrario, Kiara sólo lo olió, lo llenó de besos y lo adoptó como su hijo. Y Aurelio se le pegó».

«Lo más raro es que sí le salía leche», dijo por su parte, Graciela conmovida.

Desde entonces, se han vuelto absolutamente inseparables. Van a todas partes juntos y pasan acurrucados de la manera más adorable la mayor parte del tiempo.

No es raro ver a Kiara verla lamer constantemente al pequeño, y se encarga de estar alerta de que no le falte comida, ni juguetes, ni le pase nada malo.

Ambos disfrutan de robarles los calcetines a sus dueños

Lo más gracioso de todo es que como Aurelio no ha tenido más referente que su madre Kiara, él piensa que es un pitbull y ladra y camina como ella.

«Son pura vagancia los dos. Comen, juegan, hacen las mismas travesuras. Y Aurelio es su fiel seguidor e imitador en todo lo que hace. Nosotros bromeamos diciendo que parece chihuahua pero su corazón es de un pitbull», dijo Graciela.

Meses después, Kiara sorprendió a sus dueños quedándose preñada y tuvo las crías más adorables. Aurelio demostró ser el hermano más protector tratándolos con mucho respeto, amor y devoción. Y cómo no, decidió enseñarles las mismas travesuras que aprendió de su madre.

La historia de Kiara y Aurelio es la muestra más palpable de que el amor verdadero no entiende de tamaños ni especies. ¡Cuánto por aprender!

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