Una perrita dejó a un joven con el corazón arrugado cuando tras alimentarla tuvo un comportamiento extraño. Él decidió seguirla y lo que vio no podrá olvidarlo jamás.

En las concurridas calles de Bangkok, no es extraño ver perros callejeros deambular por la ciudad. De hecho, esta es la ciudad con la población más grande de perros callejeros en el mundo. Es un verdadero problema y no hay muchas esperanzas de que se solucione pronto, pues carecen de la infraestructura necesaria para ayudar a estos pobres amigos caninos.

Afortunadamente, a pesar de las limitaciones, siempre existen personas de buen corazón dispuestos a ayudar a los perritos en sus momentos de mayor necesidad.

La perrita callejera merodeaba las calles mendigando algo de comida

Ese es el caso de esta historia, que simplemente nos ha dejado sin palabras, pues cuando un joven se dispuso a ayudar a una perrita que vagaba mendigando comida, recibió la mayor lección de amor que jamás se hubiera podido imaginar.

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El joven acababa de comprar unas piezas de pollo para su comida. Muslitos en pinchos, todo un manjar para la perrita que recorría las calles buscando desesperadamente un alimento.

Cuando vio a la pobre criatura no pudo evitar sentir compasión, así que el joven le dio uno de los muslos de pollo.

Con la cara de hambre que tenía la pobre y el anhelo con que miraba la comida, él pensó que lo devoraría todo de un bocado pero esta perrita lo sorprendió.

En vez de comerse la pieza entera para saciar su hambre y apaciguar el estómago esta perrita hizo algo muy extraño.

La perrita sostuvo la pieza de pollo delicadamente en su boca y salió corriendo.

Esos son muy buenos modales para una perrita callejera… ¿por qué no quiso comer allí mismo en la calle? ¿Deseaba acaso su pedido para llevar?

El hombre se preguntó a que se debía el extraño comportamiento de la perrita pero no tenía forma de averiguar de qué se trataba hasta que ella volvió.

Puede ser que quisiera agradecerle, puede ser que buscara más, pero en este punto cualquiera estaría un poco disgustado.

«Oye amiga, ya te di una pieza y ni siquiera te la comiste. Ahora regresas ¿Qué más quieres de mí?”

Tal vez eso fue exactamente lo que este hombre pensó, pero su curiosidad no lo dejó pasar este extraño comportamiento por alto.

Preparado con su teléfono en la mano, él se dispuso a grabar esta vez el peculiar comportamiento del animal y a seguirla si era necesario.

Le dio otra pieza de pollo y tal como la vez anterior, la perrita corrió rápidamente fuera de su alcance.

Tuvo que moverse rápido, tomar un atajo y seguirla, hasta que pronto pudo alcanzarla.

La chica tal vez se dio cuenta que el hombre la seguía y decidió guiarlo hasta donde ella se dirigía.

Cuando llegaron al hogar de la perrita una camada entera de los más adorables y gorditos cachorros corrieron fuera de la caja que les servía de resguardo de la intemperie.

Hambrientos y emocionados se abalanzaron sobre su madre, que amorosamente les ofreció toda la pierna de pollo, dejándola para que se alimentaran ellos por encima de su propias necesidades.

Una muestra de que el amor de madre, la abnegación y el sacrificio del que son capaces las mamás no tiene límites.

Esta chica estaba cuidando muy bien a sus pequeños, se ven sanos y fuertes; pero no dudó en pedir ayuda cuando vio que necesitaba un poco de apoyo.

Definitivamente, otra prueba de que los perros y las madres son maravillosas. Y si no lo has hecho, llama a tu mamá y dile gracias, por haber estado allí para ti.

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