Kristy Watson, de 20 años se llenó de ilusión cuando supo que estaba embarazada, después de sufrir tres abortos, la noticia le devolvió la esperanza.
Durante su embarazo presentó síntomas como inflamación de la cara, las manos, los pies, veía borroso y tenía intensos dolores de cabeza durante semanas.
Desde la semana 26 de gestación visitó varios médicos relatando sus síntomas, sobre todo los dolores de cabeza, pero le recomendaron que se fuera a casa y que tomara un analgésico porque se trataba de molestias normales asociadas con el embarazo.
Cuando cumplió 32 semanas su bebé Kaycen nació, pero ya no tenía signos vitales. Kristy quiere compartir su dolorosa experiencia para ayudar a otras madres a prevenir, e instarlas a interrogar a los médicos, a insistir en que descarten que no esté ocurriendo nada malo.
Kaycen falleció por preeclampsia, una condición muy peligrosa que afecta a muchas mujeres embarazadas. La bebé murió en el útero, y ella nunca fue diagnosticada hasta ese fatídico momento.
“Me había trasladado al hospital esa mañana para descubrir dos horas después que mi bebé había fallecido”, relató la madre.
El pasado 27 de julio ella dio a luz a su bebé sin vida a causa de la preeclampsia que afectó gravemente a ambos.
“Lo peor de esta enfermedad, es que no me dijeron que la tenía hasta que tuve a la enfermera sentada en un extremo de mi cama a las 32 semanas de embarazo y me dijo que mi preciosa y pequeña Kaycen ya no tenía latidos”.
“No hay palabras que quieras escuchar, ni palabras que imagines escuchar en tu embarazo. Sabía desde las 26 semanas que algo no estaba bien. Por la horrible inflamación en mis pies, en mis manos, en mi cara, los dolores de cabeza, la visión borrosa, mi presión arterial subía y bajaba y yo sabía que esos no eran síntomas normales del embarazo”.
“Después de numerosas visitas a médicos dentro y fuera del hospital e incluso contactando a otro hospital para una segunda opinión, me dijeron que era normal”, relató ella.
El testimonio de esta madre puede ayudar a otras a reconocer la importancia de un diagnóstico a tiempo.
“El mío lo obtuve demasiado tarde, ya había perdido a mi hija antes de que tuviera la oportunidad de ver la luz del día, y mi embarazo casi me mató”.
“Una semana después, mi cuerpo todavía luchaba por sobrevivir. Mis riñones estaban fallando, mi presión arterial era tan alta que casi sufro un derrame cerebral o una convulsión, mi cuerpo luchaba tanto durante mucho tiempo para mantener vivo a mi bebé que sacrificó su vida para preservar la mía.
Si tan solo hubieran hecho un ultrasonido ese día para ver si mi placenta estaba mal, si solo hubieran hecho un análisis de sangre para ver qué tal alterados estaban mis valores. Puede que no haya cambiado el trágico desenlace que viví, pero eso nunca lo sabré».
«No quiero jugar el juego de la culpa, pero ser descuidado y sentir que no me escucharon las personas en manos de quien puse la vida que estaba creando me desilusionó mucho. No es algo que le desharía ni a mi peor enemigo”.
Tres días antes de la muerte del bebé ella presentó síntomas y acudió al hospital.
“Me dijeron que me iban a hacer un ultrasonido, pero el médico estaba en una reunión y tuve que esperar aproximadamente dos horas para que me enviaran a casa una vez más sin análisis de sangre ni ultrasonido, solo con un analgésico para el dolor de cabeza”.
“Tres días después sentí que mi hijo nunca más se movió”, relató la madre.
“Me indujeron el parto, estuve en trabajo de parto durante 12 horas antes de que finalmente diera a luz a mi hijo sin aliento y sin vida”.
Su objetivo es animar a otras madres a insistir en la búsqueda de respuestas, aunque las rechacen en los hospitales.
“Ahora voy a casa con las manos vacías y el corazón tan roto que me va a llevar mucho tiempo curarme, y una cuna vacía en la nunca podré acostar a mi bebé».
Quiero que la gente conozco mi historia para que sepan que cuando su instinto les dice que algo no está bien luchen por las respuestas. Ahora voy a ir a casa a ver la cuna vacía, los libros que nunca podré leerle, su ropa que nunca le pondré”.
“Sé que mi bebé vivirá a través de mí y de todos los corazones que tocó. Quiero crear conciencia para que ninguna madre, ninguna familia, tenga que pasar por el dolor y la pérdida que yo tuve que atravesar”.
“Mi cuerpo hizo cosas asombrosas y creció un bebé ángel tan hermoso que no merecía que le quitaran la vida tan pronto. Fue mi bebé milagro”.
No te vayas sin compartir este emotivo y estremecedor testimonio que puede salvar otras vidas.