El amor instintivo que caracteriza a muchos animales puede aflorar cuando uno menos lo espera, incluso cuando algunos de ellos no se encuentran del todo familiarizados con el afecto humano.

Estrella, España

Este fue uno de los ingredientes que caracterizó a la historia de Francisco, un anciano con alzhéimer que se extravió en un monte próximo a Burriana, en Castellón, y durante su penosa odisea, recibió todos los cuidados de una compañera inesperada: una perrita callejera que se encariñó con él.

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Francisco se encaminó hacia el monte, donde se perdió y tuvo que pasar la noche. A lo largo de su caminata y pernocta, la perrita no lo dejó solo ni un instante, durmiendo a su lado y brindándole un poco de calor, para evitar que muriera de hipotermia.

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Tras una intensa búsqueda tras la desesperada denuncia de los familiares de Francisco, las autoridades de Burriana dieron con él. Policía y Guardias Civiles lo encontraron la mañana del 1 de septiembre, sorprendidos al notar que el anciano no se encontraba solo.

Los responsables del Ayuntamiento de Burriana, así como los funcionarios policiales encargados del rescate de Francisco, aseguraron a los medios que la perrita de la calle no se separó del anciano en ningún momento, incluso quiso subirse con él a la ambulancia en el momento de su traslado al hospital.

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Aparentemente, la perrita había quedado de lado después de una noche de abnegada compañía, pero al saber de la lealtad incondicional del animal, los familiares de Francisco quisieron saber más acerca de ella y adoptarla. El animal fue trasladado a un centro de cuidados veterinarios, donde determinaron que estaba deshidratada, desnutrida y repleta de pulgas.

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Estrella, pues este fue el nombre con el que bautizaron a la perrita, llegó a su nuevo hogar cuatro días después del rescate de Francisco. María, la hija del anciano, contó a los medios que el reencuentro de su padre y su nueva mascota fue emotivo y sorprendente.

Ella lo reconoció de inmediato y comenzó a lamerlo con efusividad, pero él, que tenía más de un año sin identificar a sus familiares, también recordó a su inseparable amiga y no sólo eso: llamó a su hija por su nombre.

“No le para de besar (Estrella), sólo quiere estar con él y mi madre está encantada”, anunció María.

Estrella no es la única mascota en su nuevo hogar. La familia ya contaba con otro perro y un gato, los cuales recibieron de mil amores a la nueva mejor amiga de Francisco, que podrá cuidar de él a tiempo completo.

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